El domingo 21 de septiembre de 1924 el Gimnástico se echó a la calle para conquistar el imaginario de sus seguidores y de los aficionados vinculados a la práctica de la disciplina del balompié. Literal. Eran jornadas de efervescencia y de festejos para una entidad que celebró con pompa y con emoción su decimoquinto aniversario de vida. El ambicioso programa incluía una misa en la iglesia de los Padres Dominicos en sesión matinal por la eterna memoria de los socios y equipiers fallecidos. No obstante, el foco de la acción tuvo como escenario el Stadium.

En la instalación, ubicada en el cauce del Río Turia, enfrente del actual Museo San Pius V, tuvo lugar la bendición de una artística bandera confeccionada para la ocasión y del campo (No confundir con la que ilustra este hito). Más tarde los futbolistas del Gimnástico retaron al Cervantes de Castellón. Hubo espacio para la mística con la aparición sobre el pasto, durante los quince minutos iniciales del duelo, de los históricos componentes del primitivo Gimnástico que alumbró para la vida en 1909. Amador Sanchis volvió a atarse las botas para guerrear tras el balón como anteriormente había realizado conceptualmente para barnizar el proyecto que conformaba el Gimnástico.

Hay que regresar en el tiempo a septiembre de 1909 en el marco de una ciudad que trataba de expresarse a través de la Exposición Regional. Hubo un concurso futbolístico en ese certamen y su experiencia resultó cuantificable en la evolución de esta disciplina. El Gimnástico en su epifanía iría en estrecha asociación al Patronato de la Juventud Obrera. La tradición relaciona al Padre Basté, director de la Obra Social del Patronato de la Juventud Obrera, perteneciente a la orden jesuita, a Amador Sanchis, profesor de dibujo del centro, y a Amador Sanchis, hijo de este docente. Futuro abogado y periodista de Diario de Valencia, púlpito desde el que firmaría sus evangelizadoras crónicas deportivas, Amador Sanchis se convertiría en el primer presidente del Gimnástico.

La sociedad creada al calor de los Jesuitas armoniza con los caracteres del relato del fútbol contemporáneo. La mayoría de sus jugadores eran estudiantes que conjugan su amor por la disciplina con los cargos directivos. Disfrutaba del fútbol y dirigían la entidad. El Padre Basté obró con celeridad para alzar un terreno de juego en las instalaciones que la Junta del Patronato de la Juventud Obrera había comprado en 1885 en el Barrio de Tendetes en Campanar. Era un reclamo sugestivo. La memoria recoge un partido entre el Gimnástico-Patronato ante el Sporting, fechado el 6 de octubre de 1909 (3-0). Calvo, Amador Sanchis, Belda, Furió, Alcañiz, Figueroa, Vivó, Casamayor, Bordanova, Balbastre y Palomero formaron el once gimnastiquista.

El Gimnástico fue asociado a esta congregación en su nacimiento. Más tarde se emancipó de la tutela del Patronato adquiriendo el rol de sociedad independiente. Sin embargo, las conexiones siempre serían perceptibles. El Gimnástico abandonó el Campo de la Pechina, si bien las categorías menores de la entidad seguirían disfrutando de esta instalación. La institución, que lucía los colores azulgranas en su camiseta característica, participó de la activación del fútbol en la segunda mitad de los años diez. Su estela nunca declinó desde su nacimiento.

En septiembre de 1924, instalado en el Stadium Valenciano, tras su paso anterior por el Campo de La Soledad, era un club con una dimensión incuestionable en el universo del balompié valenciano de la tercera década del siglo XX, si bien defendía un fútbol que estaba mutando. Era uno de sus referentes y, en ese momento de la cronología, las confrontaciones con el Valencia F.C. resultan épicas. Con vocación polideportiva, como refrendan las secciones de Atletismo y Ciclismo, defiende el blasón que le unge con la condición de decano de la ciudad en virtud de su nacimiento. Su rastro era perceptible en el Campeonato Regional. Los logros y los títulos realzaban su currículum.