Galán había conocido la Primera y Segunda División cuando decidió apostar por el Levante. Recalar en Tercera División no fue un inconveniente insalvable. La experiencia era un grado para un cancerbero que tenía en la colocación una de sus principales virtudes. Sobrio y felino compitió con Lapiedra y con Mut en feroz lucha por detentar la propiedad del arco azulgrana.