El cuadro conmemorativo del ascenso del Levante U.D. a Segunda División del curso 1955-1956 es una donación efectuada por Vicente Luis Carbonell Catalá. Se trata de un documento que cuenta con un valor potencial extraordinario ante el caudal informativo que ofrece. La orla permite fijar el tiempo en la franja intermedia de la década de los años cincuenta. Nace con la vocación de preservar y perpetuar la memoria de los actores principales que conquistaron un éxito que fue ampliamente celebrado por los distintos estamentos que componían la sociedad levantinista.

La plantilla y la Junta Directiva ocupan un espacio honorífico en la parte central de esta especie de retablo que evoca el recuerdo de una efeméride sustantiva ante la trascendencia que adquirió. Presidido por el escudo del Levante U.D. aparecen los rostros fotografiados de los quince directivos que dirigían los destinos de la nave granota con Antonio Román como principal autoridad. El halo que rodea al mandatario focaliza la atención al estar coloreado en rojo. Es una forma óptica de jerarquizar su figura.

El grupo rector está envuelto por la totalidad de los integrantes del plantel que consumó el ansiado tránsito hacia el segundo peldaño del balompié español. La instantánea recoge los bustos de los veinte futbolistas que componían la nómina del colectivo azulgrana de la temporada 1955-1956. José Escolá, entrenador, Francisco Carbonell, presidentes de las peñas, y Simón Argilés, secretario técnico, ocupan un lugar de preferencia. Como acontece con Antonio Román, los nimbos que envuelven sus fotografías están pintados en rojo con la finalidad de subrayar su condición. Si se fija la mirada es posible encontrar el rastro de Paco Gandía, la voz del Levante en Radio Alerta.

El valor histórico de este documento es incontestable y se corresponde con la riqueza cromática de los escudos del Levante FC., del Gimnástico F.C. y de los distintivos personalizados de las peñas. Sus blasones, más voluminosos los dos del Levante y los dos Gimnástico, recorren el cuadro por sus extremos a modo de marco. La información es estupenda. El documento se convierte en una muestra fiable del universo de las peñas afines al levantinista en el período histórico reseñado. No es el único aspecto a resaltar. Los escudos permiten realizar un análisis iconográfico. Es innegable que hay un laborioso trabajo pictórico detrás de cada emblema.

El retorno a la categoría de Plata estaba marcado en la hoja de ruta de la temporada 1955-1956 por parte de la cúpula directiva que presidía Antonio Román. De hecho, el paso por la Tercera División fue efímero. El grupo que dirigía desde el banquillo José Escolá se mostró intratable a lo largo de un ejercicio excelso y edificante. El colectivo granota no necesitó aclimatarse a ese nuevo espacio para competir con confianza. La decepción que supuso el  descenso del ejercicio 1954-1955 trocó en esperanza en la primera tentativa. Después de una etapa repleta de vaivenes, el Levante arraigaba su nombre al ecosistema de la Segunda División. Era el paso previo para poner las cimbras del asalto a la Primera División en el curso 1962-1963.