Era un veterano curtido en mil batallas cuando se comprometió con el Levante. Lideró la línea de medios del equipo que puso rumbo a Segunda A en la temporada 1988-1989. El tráfico de aquel Levante pasó por sus botas. Era un pulmón en la medular. A sus dotes organizativas, había que añadir su capacidad para sorprender desde atrás. Anotó ocho goles en 56 encuentros.