“Los clubes Valencia y Levante, queriendo prestar su adhesión a la República, ofrecieron sus equipos para jugar un partido en favor de las heroicas milicias que luchan en el frente. Se han enfrentado en un interesante encuentro del que salió vencedor el equipo marítimo por tres tantos a dos”. La crónica de El Mundo Deportivo, fechada el miércoles 26 de agosto de 1936, permitía contextualizar una cita especial que reunió a los eternos rivales en el interior del verde por una causa justa. No era una confrontación más en el expediente compartido por ambos rivales. En este caso, no surgían intereses estrictamente competitivos. El valor de los puntos no era determinante. No había una lucha enconada por sobrepasar al adversario en la cima de la clasificación. No obstante, aquel partido escondía un componente emotivo que le concedía agitación y orgullo.
El Levante y el Valencia se concedieron una especie de tregua para tender una mano al gobierno republicano. Los enemigos movilizaron sus plantillas y barnizaron sus teams con sus mejores equipiers para una ocasión emblemática. “Un gran partido en Mestalla a beneficio de las Milicias”, resaltaba Levante El Mercantil Valenciano el jueves 15 de agosto de 1936. “Los jugadores profesionales de fútbol de Valencia han querido también contribuir a engrosar la suscripción de las milicias… Por lo tanto, jugarán el sábado en Mestalla los primeros equipos completos del Valencia y del Levante… Ha de ser un gran éxito tanto deportivo como económico debido a los precios populares que regirán dicho enfrentamiento”, advertía el periódico valenciano.
En agosto de 1936 los antagonismos ya estaban delimitados. El odio y el luto habían tomado la Península Ibérica para quedarse. Las armas eran las únicas voces autorizadas en un conflicto que se extendería en el tiempo hasta abril de 1939. Valencia, al igual que aconteció con Madrid y Barcelona, decidió mantener su lealtad inquebrantable a la causa republicana después de la sublevación militar acontecida el 18 de julio de 1936. El Comandante General Martínez Monje anunció en El Pueblo que “la guarnición de Valencia se muestra totalmente fiel a la República”. El tablero militar estaba perfectamente definido tras el paso de las tropas acantonadas en Marruecos, que dirigía Franco, a través del Estrecho de Gibraltar. La ayuda de los gobiernos de Hitler y Mussollini fue determinante en ese tránsito. La Guerra de movimientos pasaba a ser una guerra de posicionamientos.
A esa altura de la cronología, la mayoría de los clubes valencianos habían mostrado su fidelidad al gobierno de la República. El Valencia, Levante y Gimnástico evidenciaron abiertamente su adhesión al gobierno del Frente Popular. La prensa recoge estos postulados. El fútbol no fue ajeno al fenómeno de las incautaciones. Las principales entidades locales configuraron distintas juntas de gobierno de raíz frentepopulista. Las sociedades pusieron a disposición de los dirigentes políticos sus estadios y sus jugadores. El fútbol no iba a parar. Aquel encuentro concitó la atención de los aficionados. “Es un partido lleno de interés por ser el primero de la temporada” matizó para realzar la cita Levante El Mercantil Valenciano. Para tranquilidad de los correligionarios de signo levantino, Artigas y Ruano habían decidido mantener sus lazos con la entidad de los Poblados Marítimos. Sus nombres brillaban en la agenda del fútbol patrio.
El Levante aquilataba su plantilla con el regreso de Gaspar Rubio. El Mago seguía liderando el panteón de los principales representantes de la disciplina. Observar sus movimientos en el interior del área se convertía en un acicate para engrandecer el partido entre el Levante y el Valencia. Era un futbolista de estirpe y reconocido. “El rey del astrágalo” volvía para rememorar tiempos que no se habían difuminado de la memoria de los levantinos. Gaspar Rubio fue determinante en la consecución del Campeonato Regional del Levante del curso 1927-1928. Casi una década después el choque ante el Valencia permitiría catalogar su estado de forma. Nadie había olvidado sus fintas, ni su facilidad para alternar sus piernas en los remates. Ni su ligereza para quedar suspendido en el aire en los balones que recorrían el cielo del Estadio de La Cruz.
El partido se retrasó una semana y sufrió una modificación en el escenario escogido. De Mestalla a Vallejo para disputarse el domingo 23 de agosto por mor de la concentración antifascista del Frente Popular que capitaneó Dolores Ibárruri, la Pasionaria. El duelo no defraudó. “Los organizadores del festival del domingo en Vallejo a favor de los bravos milicianos que luchan en el frente estarán satisfechos del resultado. Los valencianos acudieron sin reservas al llamamiento y así se vieron los amplios graderíos del campo del club decano”, planteó El Pueblo. El partido respondió a las expectativas alzadas. “Como si nos halláramos en plena temporada jugaron en Vallejo valencianos y levantinos con ciencia y dominio”, incidió El Pueblo.
El Valencia saltó al campo con brazalete negro en señal de duelo por la muerte en el Frente de la Sierra de Suñol, ex presidente del F.C.Barcelona. López Herranz, jugador adscrito al Real Madrd, defendió la elástica del equipo blanquiazul aquella tarde. Su actuación fue convincente, aunque el gran triunfador de la tarde fue Guillem, tal y como recalcan las crónicas de la época. El triunfo cayó del bando marino. Puig II, Gaspar Rubio y Guillem fueron los goleadores. Richard y Vilanova marcaron por el Valencia. “Los levantinos han demostrado poseer mayor compenetración, mayor agilidad en sus movimientos y más rapidez en sus jugadores”, acentuó El Mundo Deportivo. “El resultado adverso para el Valencia, y desde luego justo, denota que el Levante se presenta cara a la próxima competición regional en mejores condiciones que su rival más destacado”.