Ya tienen los simpáticos graueros campo y a fe que no se han andado con chiquitas; la impresión recibida al penetrar en él nos fue gratísima por las inmejorables condiciones que reúne, tanto para el juego como para el público. El terreno de juego es amplio, y aunque no esté en condiciones todavía, una vez bien arreglado, será el mejor de la región y podrá equipararse a los mejores de España, siendo el proyecto de hacerlo de gazón, para el cual están estudiando la forma de cultivarlo. El emplazamiento del público también reunirá inmejorables condiciones para el cual levantarán grandes tribunas, tanto en la general como en la preferencia”. El diario Las Provincias, en la edición del martes 5 de septiembre de 1922, presentó ante la sociedad valenciana las líneas básicas y fundamentales del Campo de La Cruz, también conocido como Campo del Camino Hondo del Grao, por el emplazamiento escogido, que el Levante F.C. había alzado durante los meses inmediatos.

El estreno del coliseo marino, en los arrabales de los Poblados Marítimos, no pasó desapercibido. Las emociones inherentes a la práctica y disputa del balompié se propagaban con celeridad por todos los cuatro puntos cardinales de la ciudad. La embrionaria prensa deportiva izó la voz para registrar este hecho. La inauguración del Campo de La Cruz resultó coincidente con el nacimiento de la campaña 1922-1923. Los trabajos se aceleraron durante el período veraniego. “Antes de lo que la afición esperaba, los directivos del Levante F.C. dieron cumbre a la primera parte de sus trabajos, y con gran esplendor y entusiasmo, el domingo se inauguró su campo de juego, que es el de mayores dimensiones de la localidad”. Diario de Valencia anunció con boato la puesta de largo del escenario en el que contenderían las huestes levantinas ya de manera ininterrumpida hasta las jornadas de la fusión con el Gimnástico F.C. en agosto de 1939. El recorrido se dilató en el tiempo.

Los directivos del Levante F.C. erigían su primera gran construcción para la práctica del fútbol. El equipo contaba con un espacio físico y reconocido en el que afrontar sus compromisos deportivos y optimizar su preparación. Esta segunda variación no era menor. Fue un aspecto acentuado por el periódico El Pueblo el domingo 3 de septiembre de 1922. “Para hoy domingo está anunciado, a las cuatro de la tarde, un partido entre los primeros equipos del Levante y Valencia F.C. Este partido se celebrará en el Campo propiedad del Levante y con este interesante encuentro inaugurará el terreno de juego y la temporada. Estos hechos son los más elocuentes de que el fútbol en nuestra región va en aumento, y que nuestras sociedades deportivas van dándose cuenta de que lo primordial es tener un lugar adecuado y propio para sus entrenes”.

Atrás quedaba un período de trashumancia. El Levante peregrinó hasta el Campo de Algirós, propiedad del Valencia, para consignar su participación como local en el Campeonato Regional del ejercicio 1920-1921. Una temporada más tarde se refugió en el Campo de La Soledad, perteneciente al Gimnástico, para afrontar la campaña 1921-1922. Desde septiembre de 1922 contaba con un emplazamiento propio y reconocible para fidelizar a los aficionados al fútbol y combatir por la victoria.

Los mandatarios de aquel Levante escogieron unos terrenos ubicados en el Camino Viejo del Grao en las inmediaciones de la calle Conserva y la Travesía de La Cruz. El alzamiento de esta imponente fortificación no fue homogéneo. El expediente dirigido al Ayuntamiento de Valencia, fechado el dos de agosto de 1922, firmado por Ángel Fernández, presidente del club, ofrece información suplementaria en relación al crecimiento y al cambio de fisonomía que fue experimentando el estadio a lo largo de la década de los años veinte. El feudo fue creciendo e incrementando sus prestaciones para optimizar recursos. Las crónicas estipulan un aforo con capacidad para albergar hasta 8.000 almas. El Levante F.C. emitió al público unos vales de cinco pesetas para sufragar parte de los costes de la construcción de esta obra. El Museo Virtual custodia uno de estos recibos fechado en febrero de 1922. El Campo de la Cruz es coetáneo a la construcción de los grandes estadios. Los campos variaron el semblante de las ciudades como aconteció en el pasado con las grandes catedrales. Eran espacios alegóricos de reunión.

Aquel domingo 3 de septiembre el colectivo marino midió sus fuerzas ante el Valencia. El duelo alumbraba el curso 1922-1923. Pese a la incipiente cronología, no era un encuentro carente de significado en la tribal batalla por ostentar el cetro del balompié valenciano. Los duelos entre levantinos y valencianistas eran frenéticos. Había músculo y vehemencia. El desafío destiló pasión. Fue un enfrentamiento para equipiers intrépidos. “El partido fue muy interesante, pero de escaso valor como juego por las malas condiciones del terreno de juego, además se desarrolló un juego violento, que inició el Valencia, pero el Levante correspondió”. En los prolegómenos de la cita Ormaechea, presidente de la Federación Nacional, acompañado por los capitanes de los dos teams y por Leonarte, árbitro de la contienda, ejecutó el saque de honor.

Fue la epifanía de un duelo ardiente. El balón corría diabólicamente de un espacio al otro del terreno de juego. No había tregua entre los adversarios. Vencer o someterse. “El Levante ataca furioso”, recrea La Correspondencia de Valencia. Sotillos hizo crujir el poste de la portería defendida por el valencianista Mariano. Montes probó la fiabilidad del arquero local apenas unos minutos más tarde. La respuesta del meta Ferrús fue de envergadura. La tarde presagiaba emociones. Un remate de Machancoses amenazó con despedazar el larguero de Mariano. Cubells retó a Ferrús. Rino rasgó la paridad que advertía el marcador. Fue en los minutos finales del primer acto. El Valencia golpeaba a su rival.

Montes rozó el segundo goal en el nacimiento del capítulo final, pero el Levante no se desmarca de la cita. Porcar lanza un obús cruzado que sorprende a Mariano. Cubells aprovecha una acción controvertida “entrando todos al portero Ferrús”, como narra Torremarín para Las Provincias, para anotar el segundo gol valencianista. El Levante no capitula. Porcal y Machancoses acarician el empate. No obstante, en una escapada Montes amplió las diferencias en el marcador. Y Cubells bajó el telón de la confrontación tras transformar una pena máxima (1-4). La intensidad del choque no menguó, pese al devenir de un choque domesticado por el Valencia en la segunda fase. El arrebato con el que se expresaron sobre el campo los jugadores se trasladó hasta la grada. Hubo serias desavenencias entre Montes y un sector de la afición marina para poner en entredicho el final de una confrontación que descorrió las cortinas del Campo de La Cruz.