Aquella jornada de primeros de marzo de 1981 había tres partidos que marcaban la atención en el ecosistema de la Primera División. Los choques entre Murcia y Atlético de Madrid, Barcelona y Hércules y Almería y Valencia adquirían primacía sobre el resto. Y sin embargó en aquel festín se coló inesperadamente el Levante. Las gradas del Nou Estadi acogieron un enfrentamiento adscrito a la categoría de Plata entre las huestes granotas y el Palencia. Aquel partido acaparó la atención del fútbol mundial. No es una afirmación carente de sentido. Aquel día en el coliseo del barrio de Orriols, ante la mirada incrédula de la disciplina del balompié, se presentó en sociedad Johan Cruyff con la elástica azulgrana perteneciente al Levante. El binomio era singular por la disparidad de caracteres. Lo que parecía una locura mostraba una realidad. El jugador holandés afrontaría la recta final del curso 1980-1981 en las filas de la entidad granota.
“Eso que a muchos nos había venido sonando a fantasía se iba a cumplir; Johan Cruyff el holandés del Ajax, del Barcelona y del Cosmos iba a debutar con el Levante Unión Deportiva. Y el rubio salió ante el Palencia, corrió lo menos posible, dio algunos pasos excelentes y propició tres jugadas de las llamadas de gol”. Un tricampeón de la antigua Copa de Europa alistado en las filas del Ajax a los mandos de la caldera del bloque blaugrana en el marco de la Segunda División. As Color fue testigo de excepción de la conversión de Johan Cruyff en levantinista. Hasta el actual Ciutat de València se desplazó Agustín Vega en calidad de enviado especial, para dejar constancia de esta efeméride.
“De azulgrana, pero del Levante, volvió a jugar Cruyff en España. As Color estuvo en su presentación en Valencia y le retrató para sus lectores en diversas acciones del partido que ganó su nuevo equipo al Palencia”, recogía la revista en una portada dedicaba en exclusiva a Johan Cruyyf. De hecho, el futbolista acaparó el frontis de este semanario. Su imagen, en lucha contra un adversario de la escuadra palentina, por la pugna por el balón cubría la totalidad de la portada. En la página cuatro aparecía un pequeño texto titulado “volvió, mandó y cobró” ilustrado con cinco fotos del Flaco en distintos lances de la confrontación entre el Levante y el Palencia.
En las estampas aparece Cruyff luciendo el número nueve de una camiseta que, como principal curiosidad, no llevaba estampado el característico escudo distintivo del Levante. Las fotografías atestiguan el estado de excitación de un Ciutat de València que lució sus mejores galas, aunque esa efervescencia no se mantuvo en las siguientes apariciones de Cruyff con la camiseta granota en competición oficial. Cruyff aparece con el dedo alzado al cielo como si pidiera el esférico o estuviera organizando la situación, con los brazos extendido reclamando la atención e incluso tomando carerrilla para poner en juego un saque de banda.
As Color, una publicación que apareció por vez primera en mayo de 1971, con la vocación de repasar la actualidad deportiva contemporánea, ratifica la atracción que produjo el aterrizaje de Cruyff en el Levante. Fue una especie de paradigma. En Orriols se acreditaron medios de comunicación internaciones deseosos de dejar constancia del debut de astro tulipán. La mayoría nunca habían estado en el Nuevo Estadio, ni volverían. La entente se había producido en las jornadas finales de febrero. La conexión entre Cruyff y el Levante remonta a mediados de enero tras una victoria frente al Burgos (2-0) que situó al equipo de Pachín en la atalaya de la clasificación.
El triunfo y el liderato quedaron eclipsados por una noticia que parecía sacada de un relato de ciencia ficción. La información se caracterizó por la contradicción en las siguientes semanas. El nombre de Cruyff se ligaba y desligaba del Levante. Hubo infinidad de interferencias, pero Cruyff viajó hasta Barcelona cuando febrero se ocultaba para romper con las leyes de la lógica y comprometerse con el Levante. Lo que se gestó como una operación de marketing desde un prisma social, económico y deportivo se convirtió en una pesadilla. El poder de seducción de Cruyff en el Levante fue muy limitado. Nunca fue un jugador diferencial. Aquel bloque de signo gremial se resquebrajó para quedar en la zona intermedia de la clasificación tras echar el telón al curso 1980-1981. Cruyff jugó diez partidos con el Levante, marcó dos goles y dio origen a infinidad de leyendas urbanas.