El 16 de junio de 1935 el Campo de la Cruz (o Campo del Camino Hondo del Grao), feudo de un Levante F.C. entonces blanquiazul, fue el marco del partido más importante de la historia del club de los Poblados Marítimos: La disputa, frente al Sabadell, del partido de ida de las semifinales de la Copa de España de aquel año. Pero, curiosamente, aquel día su indumentaria no fue la habitual. El Levante vistió de rojo para diferenciarse del uniforme arlequinado (y también blanquiazul) del conjunto catalán. Porque en esos tiempos era el equipo local quien cambiaba su equipación si generaba confusión con la del visitante.

En los casi veintiséis años de vida con los que contaba el club cabanyalero aquella eliminatoria supuso el culmen deportivo de la entidad. Esa campaña 1934/35 el Levante se convirtió en el equipo revelación de la competición copera y toda la España futbolística se rindió a su extraordinaria trayectoria que a punto estuvo de hacerle campeón. Porque para llegar al penúltimo escalón del torneo el equipo marinero eliminó al Valencia F.C. en los octavos de final y al todopoderoso F.C. Barcelona en la ronda de cuartos. Y lo hizo de manera excelsa, sin perder ni un solo encuentro en ninguna de las dos eliminatorias.

Pero para ganarse directamente el derecho a participar en aquel torneo (al que solo accedían los dieciséis mejores clubs del estado) el Levante tenía que quedar entre los dos primeros del Campeonato Súper-regional. Y no era nada fácil porque el grupo Sur-Levante (donde quedó encuadrado el club blanquiazul) contaba también con el Sevilla, el Valencia, el Hércules, el Betis y el Murcia. Los derbis en la tercera y en la cuarta capital del país estaban servidos.

El sistema clasificatorio para los octavos de final de esa edición de la Copa Presidente de la República fue el siguiente: Se establecieron cinco Campeonatos Súper-regionales que cubrían todo el territorio español. Además del grupo del que formaba parte el equipo del Cabanyal estaba el grupo Catalán, el grupo Centro-Aragonés, el grupo Vasco y el grupo Galaico-Astur. El campeón y el subcampeón de cada uno de ellos pasaban a octavos y las seis últimas plazas se conseguían tras eliminatorias posteriores entre los equipos restantes y otros que no habían llegado a participar en esos campeonatos regionales. De hecho, el Valencia accedió a octavos tras apear al Gimnástico y al Hércules en sendos enfrentamientos a ida y vuelta, puesto que en el Campeonato Súper-regional ocupó la cuarta plaza final.

La actuación del club del Camino Hondo fue extraordinaria. Quedó campeón de aquel grupo Sur-Levante en un disputadísimo torneo donde los tres primeros clasificados acabaron con los mismos puntos y solo la diferencia de goles permitió al equipo marino alcanzar el liderato final. Y un dato muy significativo: El Levante le ganó al Sevilla (quien acabaría siendo el campeón de aquella Copa de España de 1935) los dos partidos del Campeonato Súper-regional, imponiéndose 3 a 0 en Valencia (con dos goles de Felipe y otro de Escolà) y volviendo a vencer en la ciudad del Guadalquivir por 1 a 2 (con un doblete de Aparicio). En cuanto a los partidos de la máxima rivalidad el Levante cayó 1 a 0 en Mestalla y se impuso en el Campo de la Cruz por 2 a 1, gracias a los tantos de Puig II y Escolà. Aunque hasta la última jornada (y gracias a la apabullante goleada al Murcia por 7 a 0, con cuatro dianas de Artigas, otra de Felipe, una de Aparicio y otra también de Puig II) el Levante no consiguió el título de aquella liga previa a las últimas rondas de la competición copera.

Tras golear al Murcia 7 a 0 en el Campo de la Cruz (el 18 de noviembre de 1934) el Levante se proclamó campeón del torneo Súper-regional y accedió a los octavos de final de la Copa (Recortes de prensa de “Las Provincias”)

Así las cosas, a los octavos de final del torneo del K.O. accedieron directamente Levante y Sevilla (por el grupo Sur-Levante), Barça y Sabadell (por el grupo Catalán), Real Madrid (denominado Madrid F.C. durante la Segunda República) y Racing de Santander (por el grupo Centro-Aragonés), Athletic y Osasuna (por el grupo Vasco) y Celta y Oviedo (por el grupo Galaico-Astur). A ellos se unieron, tras varias eliminatorias clasificatorias, Sporting de Gijón, Atlético de Madrid, Zaragoza, Badalona, Betis y Valencia. Y los emparejamientos entre los dieciséis mejores quedaron de la siguiente manera: Atlético de Madrid-Racing, Sevilla-Real Madrid, Zaragoza-Oviedo, Badalona-Osasuna, Sporting-Barça, Athletic-Betis, Celta-Sabadell y el gran derbi de la ciudad del Turia Levante-Valencia. Nueve de esos clubs provenían de la Primera División y los otros siete (entre los que se encontraba el equipo del Cabanyal) llegaban desde la categoría de plata del fútbol español.

Sin embargo, ese Levante de la temporada 1934/35 podría haberse desenvuelto perfectamente en la elite del balompié hispano. Y en aquella eliminatoria de octavos que enfrentó a los del Camino Hondo con los de Mestalla parecía que ambas entidades militaban en la Liga equivocada. El partido de ida se disputó en un Campo de la Cruz absolutamente abarrotado. Los levantinos añadieron gradas supletorias para incrementar la cabida del recinto y se establecieron líneas de autobuses especiales desde la plaza del Ayuntamiento (entonces plaza de Emilio Castelar) para que cualquier aficionado pudiera llegar al estadio. Un campo que extremó al máximo las medidas de seguridad después del grave suceso que había ocurrido el 4 de noviembre de 1934 en el Campeonato Súper-regional, cuando, minutos antes de empezar el derbi entre el Levante y el Valencia, la grada de general se vino abajo, arrastrando a los espectadores. Milagrosamente no hubo fallecidos aunque sí múltiples heridos, algunos de ellos graves. El partido, finalmente, pudo disputarse, con victoria local por 2 a 1.

Pero aquel 19 de mayo de 1935 la atención de todo el mundo en el Campo del Camino Hondo del Grao fue exclusivamente futbolística. Y en el ambiente se respiraba algo más que dirimir una eliminatoria copera. Tras su victoria en el Regional del curso 1927/28 el Levante quería recuperar la supremacía futbolística en Valencia. Sin embargo, la primera parte de aquel encuentro fue mala y se llegó al descanso con empate a cero. Pero la cosa cambió radicalmente en la reanudación. El equipo fue una apisonadora desde el inicio y en el minuto 66 ya ganaba 2 a 0, con goles de Calero y Artigas. El Valencia redujo distancias dando como bueno el resultado y confiando en la vuelta en Mestalla. Pero no se dieron cuenta de que se enfrentaban a un vendaval levantino que remachó la goleada hasta el 4 a 1 final, con dos goles más de Puig II y Núñez, este último de falta directa.

El Campo de la Cruz vivió en los octavos de final de la Copa del 35 una de las mayores goleadas de la historia de los derbis de la ciudad del Turia, cuando el Levante vapuleó al Valencia 4 a 1 (Foto de aquel partido del diario “As”)

Quedaba la vuelta en el feudo merengue y aunque la renta parecía definitiva, el club levantino decidió aislarse en El Perelló, localidad próxima a la capital, donde solía concentrarse antes de los grandes partidos. Se quería mantener alejado al equipo de la euforia desbordada que se había extendido entre la afición de los Poblados Marítimos y que podía contagiar peligrosamente al once levantino.

Y aunque Mestalla se llenó hasta la bandera buscando una remontada épica, aquel Levante era netamente superior y nunca peligró la clasificación cabanyalera. De hecho, el equipo mereció de nuevo la victoria. Capitaneados por un Juanito Puig inmenso (Puig I, considerado uno de los mejores futbolistas levantinos de todos los tiempos, se iba a retirar al inicio de aquella temporada pero una grave lesión de Conde, su sustituto, le hizo jugar un año más) los blanquiazules se adelantaron en la segunda parte por medio de Felipe. Y aunque los blancos empataron en el tramo final el mejor de los valencianistas fue, sin duda, su portero Nebot, que evitó la victoria visitante. Cuentan las crónicas que, entre los aficionados levantinos que acudieron aquel día a Mestalla, se vio una divertida pancarta que aludió al partido de ida de aquella eliminatoria: Levante F.C. Academia de Fútbol, se dan lecciones a domicilio.

“El Mundo Deportivo” lo dejó claro en su crónica: “El Valencia no puede contra el Levante… El Levante ha vuelto a superar a su rival en todos los aspectos. En juego, en rapidez, en entusiasmo, y sobre todo en inteligencia”. A la derecha una instantánea de aquel partido en Mestalla, donde se puede ver al defensa levantino Ernesto Calpe (Foto del diario “As”)

El Valencia ya era historia y los cuartos de final supusieron el más difícil todavía… El nuevo rival en el trofeo copero era el gran F.C. Barcelona y casi nadie en este país le daba ya ninguna chance al club de los Poblados Marítimos. Pero aquel extraordinario Levante estaba dispuesto a hacer historia y el primer paso era dar la cara en el partido de ida que se iba a celebrar en el campo culé de Les Corts. El entusiasmo de la afición grauera se materializó con un desplazamiento masivo a la ciudad condal. Pero en Barcelona vieron a los valencianos como una perita en dulce, un rival muy asequible para avanzar a las semifinales del torneo. Aquella mezcla de paternalismo y exceso de confianza sería, a la postre, su perdición.

El domingo 2 de junio de 1935 el once culé saltó al verde de su estadio con la intención de finiquitar aquella eliminatoria por la vía rápida. Y así pareció que iba a suceder. El Barça arrancó fuerte y se adelantó con prontitud. Pero el Levante no se descompuso y no solo frenó la avalancha catalana sino que igualó el partido a la media hora con un gol de su delantero Artigas. Volvió a apretar el club azulgrana y de nuevo marcó antes de llegar al descanso. Todo auguraba un segundo período en el que se certificaría un triunfo holgado local pero un nuevo tanto levantino de Aparicio (a punto de concluir el partido) supuso el empate a dos final ante la mirada atónita de la afición de Les Corts.

El Levante empató 2 a 2 tras un excelente partido disputado en el campo de Les Corts (Foto del diario “As”). La posibilidad de eliminar al Barça en los cuartos de final de aquella Copa de 1935 ya no era una quimera. “El Mundo Deportivo” publicó un anunció para los aficionados culés que quisieran asistir al partido de vuelta en Valencia. El viaje de ida y vuelta en el tren que se fletó para el encuentro costaba poco más de 25 pesetas

El recibimiento al equipo el día siguiente en la estación del Cabanyal colapsó los Poblados Marítimos. Pero no hubo mucho tiempo para los festejos. El domingo siguiente el F.C. Barcelona visitaba el Campo de la Cruz y la entidad volvió a ampliar la capacidad del estadio para permitir la mayor afluencia de espectadores posible. En los prolegómenos de aquel partido histórico el saque de honor corrió a cargo del mítico boxeador Sangchili (nombre artístico del gran púgil valenciano Baltasar Berenguer), el primer español de la historia que se proclamó campeón del mundo. Lo logró en la categoría del peso gallo tras imponerse al gran boxeador panameño Alf Brown.

El once levantino de aquel día (con Vidal en la portería, Calpe y Puig I en la defensa, Núñez, Dolz y Porreras en la medular y Puig II, Artigas, Calero, Felipe y Aparicio en la delantera) volvió a dar una lección de pundonor y entrega excepcional. El marcador no se abrió hasta el minuto 3 de la reanudación y fue el Levante quien, con el gol de Aparicio, tuvo al Barça eliminado hasta que, a falta de 22 minutos para el final, el equipo catalán logró el empate a uno definitivo.

Sangchili, campeón mundial de boxeo, hizo el saque de honor en el partido de vuelta de los cuartos de final de Copa que enfrentó al Barça y al Levante en el Campo de la Cruz. En su cometido le ayudó también Germanito Monfort, que aquel día, con solo 3 añitos, era el socio más pequeño del equipo marino. Germán Monfort Genovés, mítico seguidor azulgrana, sigue viviendo a día de hoy, a la edad de 90 años, en su casa de toda la vida del barrio del Cabanyal de Valencia

Por aquel entonces, en caso de igualada en una eliminatoria a ida y vuelta, no existía la prórroga ni los penaltis y se tenían que resolver las tablas con un tercer partido de desempate en campo neutral. Y eso fue lo que ocurrió en este caso. Levante y F.C. Barcelona se enfrentaron en el Campo de Torrero de Zaragoza solo dos días después del 1 a 1 del Campo de la Cruz. Y aquel martes 11 de junio de 1935 se convertiría en una fecha mítica en la historia de la entidad. El Levante pasó por encima del Barça goleando al equipo culé por 3 a 0 en un partido apoteósico, con dos tantos de Aparicio y otro de Artigas, la pareja mágica de la delantera cabanyalera.

En el Campo de Torrero de Zaragoza el Levante se impuso al Barça 3 a 0 y accedió a las semifinales de la Copa de España. Unas divertidas caricaturas publicadas en los diarios de “La Correspondencia de Valencia” (a la izquierda) y “El Mundo Deportivo” (a la derecha) reflejaron con ironía la debacle culé

El Levante estaba en las semifinales de la Copa de España y la afición de los Poblados Marítimos alcanzó su grado máximo de paroxismo. El recibimiento a los jugadores al día siguiente fue indescriptible. Y arrancó en el camino de vuelta de la comitiva a la altura de Segorbe, cuando infinidad de vehículos se fueron uniendo a la caravana levantina. El mismo alcalde de Valencia, Manuel Gisbert, se comunicó con el gran capitán Puig I para advertirle: ¡Juanito, la que os espera en Valencia…! ¡No sabéis lo que habéis hecho! El Cabanyal se volvió loco y las celebraciones se prolongaron hasta bien entrada la madrugada del jueves. Y el equipo tenía el partido de ida de aquellas semifinales de Copa contra el Sabadell el domingo siguiente, solo tres días y medio después.

Estos fueron los dos onces que se enfrentaron en el partido de ida de las semifinales de la Copa de 1935 en el Campo de la Cruz. El Levante, que vistió enteramente de rojo por la coincidencia de sus colores blanquiazules con los del Sabadell, alineó el mismo once con el que se enfrentó al Barça en semifinales (Fotos de la “Biblioteca Valenciana”)

Y aquel enorme desgaste físico entre el partido de desempate y las celebraciones posteriores, sin tiempo de descanso (apenas se dispuso de tres días), pasó factura. El Sabadell llegó mucho más fresco a esa eliminatoria decisiva y se impuso con claridad en los dos partidos. Fue una lástima que, tras eliminar a dos Primeras de postín, un equipo de Segunda División truncara el sueño de aquel Levante que había revolucionado aquella competición del K.O.

El mítico capitán levantino Juanito Puig (Puig I) estrechando la mano al del Sabadell antes del comienzo de las semifinales en el abarrotado Campo de la Cruz (Foto de la “Biblioteca Valenciana”)

En el partido de ida disputado en el Campo de la Cruz los de los Poblados Marítimos cayeron 1 a 2. El equipo catalán jugó mejor y mereció la victoria aunque también es verdad que el Levante no tuvo nada de suerte al estrellar dos lanzamientos al palo. El equipo local se adelantó con un golazo de cabeza de Calero pero los arlequinados empataron antes del descanso y se adelantaron nada más iniciarse el segundo tiempo. El cansancio físico lastró, además, a los marinos.

Arriba el levantino Calero tras adelantar al Levante (de un certero testarazo) en la ida de las semifinales de Copa disputadas en el Campo de la Cruz. Abajo, una imagen del balón en las redes locales tras un gol del Sabadell (Fotos de la “Biblioteca Valenciana”)

En el partido de vuelta en el Camp de la Creu Alta se repitió la historia y el Levante volvió a caer derrotado, esta vez por 2 a 0. Si bien es verdad que el infortunio y la actuación arbitral perjudicaron claramente al equipo del Cabanyal. Nada más empezar el partido cayó lesionado Porreras. Eso hundió la moral de los visitantes que, pese a todo, no bajaron los brazos. La actuación arbitral, con dos goles anulados a los levantinos (uno de ellos claramente legal) y el infortunio de tres balones que dieron en los palos terminaron con el sueño copero de aquel Levante inolvidable.

Once levantino que jugó en el Camp de la Creu Alta de Sabadell el partido de vuelta de las semifinales de Copa el 23 de junio de 1935. De izquierda a derecha y de arriba abajo Porreras, Calero, Dolz, Vidal (portero), Calpe, Puig I, Puig II, Artigas, Núñez, Felipe y Aparicio