Si siguiéramos escrupulosamente el relato narrado por Salva Regües en la crónica del Diario Deportes podríamos imaginar la consecución del gol conquistado por Carlos Caszely en el choque que enfrentó al Levante y al Rayo Vallecano en el actual Ciutat de València. Habría que regresar a la década de los setenta para poner el foco en la tarde del domingo 21 de abril. En el minuto 14 toda la atención del coliseo azulgrana quedó concentrada en las proximidades de la meta defendida por Tirapu. Golpe franco favorable al colectivo granota. Jornada trigesimotercera con la Liga apuntando hacia su ocaso. No era un partido secundario para un Levante que luchaba entre tinieblas. “Saca Martínez un golpe directo dando el balón en el larguero. Caszely se adelanta, recoge el rechace y marca de cabeza a placer”. Era el segundo gol que allanaba un triunfo necesario. Y Caszely volvió a fustigar las redes del Rayo Vallecano en el Ciutat como lo hizo en la primera vuelta.
Quizás no haya que realizar un ejercicio de imaginación para evocar las características de aquel gol. En el presente la imagen propuesta recupera su lustre y su esplendor para formar parte del archivo del Área de Patrimonio Histórico del Levante. Se trata de una donación efectuada por Alberto Villanueva. No es la primera cesión del actual presidente del Frog (Foro de Responsabilidad y Opinión Granota) y nuevo consejero del Levante UD. Villanueva ya donó unas instantáneas del encuentro que cruzó al Levante y al Rayo Vallecano en el feudo de Vallehermoso (0-4) con Caszely como protagonista estelar y dueño absoluto del del gol. La foto del partido en territorio granota completa la voracidad anotadora mostrada por el Ingeniero ante el Rayo Vallecano en el ejercicio 1974-1975. La fotografía recoge el momento en el que Caszely gravita sobre el cielo del Ciutat para impactar con el esférico. La resolución es conocida.
Caszely, entre la sagacidad y la intuición
De la descripción establecida por Regües en la crónica firmada el lunes 22 de abril podrían acentuarse varias variables a modo de conclusiones; Caszely fue el más listo de la clase y el más perspicaz para anticiparse a la reacción de los defensores rayistas. Dominaba ese espacio y se movía con habilidad y con destreza en ese hábitat. Quizás imaginara el desenlace de aquella jugada un instante antes de producirse o quizás sus sentidos, ante la cercanía del gol, estuvieran en plena alerta ante cualquier contingente inesperado. El atacante ejerció de delantero oportunista en el sentido más literal del término. Fue astuto e intuitivo. Aprovechó un descuido en el interior del área para sacar un rédito descomunal y anotar el segundo gol del Levante. Caszely siempre atento y vigilante ante los hechos acontecidos en la periferia del gol volvió a castigar a Tirapu. Caszely volvió a fustigar las redes del Rayo Vallecano en el Ciutat.
Tócala otra vez Caszely
Tócala otra vez, Caszely podríamos resaltar estableciendo un parangón cinematográfico, que cultivó Regües en sus artículos, con el legendario film Casablanca. Y Carlos Caszely fustigó volvió a fustigar las redes del Rayo Vallecano en el Ciutat de València. Hay tempestades que llegan sin previo aviso. Y hay sucesos traumáticos que nos llevan a experimentar una intensa emoción. Quizás Tirapu no imaginara, cuando Caszely se comprometió con el Levante durante el verano de 1973, la inquietud y el desasosiego que podría generarle en el interior del verde. Cinco goles en dos compromisos adscritos a la categoría de Plata. Al Caszely más vertiginoso y venenoso del enfrentamiento disputado en Madrid, en diciembre de 1973, resuelto con cuatro goles con la rúbrica del atacante chileno, habría que sumar, el Caszely más sagaz del choque en el feudo de Orriols en la primavera del 74. Lo mejor de su repertorio quedó ilustrado en estas confrontaciones. Si en Madrid afinó su violín, en el Ciutat demostró pericia para anticiparse al mundo.
Entre el ocaso de la Liga y el Mundial de 1974
Caszely firmó ante el Rayo su decimoquinto gol en la competición liguera en Segunda División del curso 1973-1974. Su expediente quedó varado en ese número. La polémica escoltaba al chileno por aquellas jornadas. El Levante afrontaba el tramo más definitorio de la Liga y la presencia del máximo goleador de la plantilla estaba entre signos de interrogación. La escuadra de Navarro (tercer técnico del ejercicio) luchaba por la supervivencia en un ecosistema hostil. Y sus posibilidades de éxito eran exiguas. Por el horizonte surgía la estela del Mundial de 1974 de Alemania y Chile había garantizado su presencia en la cita mundialística después de la increíble eliminatoria por el repechaje ante URSS con el partido fantasma en Santiago.
La opinión pública fue unánime en su veredicto. Nadie entendía la marcha de Caszely en el punto más álgido y determinante del curso liguero. No hubo armisticios. La entidad focalizó las críticas ante la ausencia de argumentos sólidos para amarrar a su principal figura. El futbolista no eludió la censura. Hubo comparativas con jugadores internacionales tan significativos como Netzer o Cruyff. Lo cierto es que Caszely saltó al pastó en los compromisos siguientes ante Baracaldo y Córdoba, como aventuró en la crónica del triunfo ante el Rayo, pero desapareció de las alineaciones ante Osasuna, Valladolid y Tenerife que cerraron la campaña. La derrota casera ante el Valladolid (1-3) consumó la tragedia del descenso.