Recuperamos el cartel que anunció el partido de Copa del Rey que enfrentó al Levante y al Barcelona en el Estadio Ciutat de València. Se trata de una donación de la familia Carda. Los hechos remontan al transcurso de la temporada 2003-2004, una campaña que no fue una más en el historial granota, ya que el universo de la Primera División se presentaba en el horizonte después de más de cuarenta años separado de la élite tras el ascenso a Primera del 63. El cartel de un sueño: La gran batalla copera del Levante ante el Barcelona en 2004.
Un partido entre rivales distanciados
Aquel partido se disputó en los primeros días de enero de 2004. El choque de ida tuvo lugar en el coliseo del barrio de Orriols el jueves 8 de enero y concitó la atención del levantinismo. El Levante de Manuel Preciado se enfrentaba al todopoderoso FC Barcelona en una eliminatoria marcada por la desigualdad y las distancias desde un prisma competitivo. El cartel de un sueño: La gran batalla copera del Levante ante el Barcelona en 2004. Se trataba de un duelo entre un inquilino de la Primera División y un adversario que competía en el umbral de la categoría de Plata, si bien por aquellos días divisaba la división desde el ático de la tabla. El Levante afrontó el duelo como líder de la categoría de Plata, tras un triunfo ante el Cádiz en el Ciutat en el primer encuentro del año naciente. La ilusión era superlativa entre los estamentos de Orriols.
El regreso de un duelo con historia
El cartel de un sueño: La gran batalla copera del Levante ante el Barcelona en 2004. Significaba la representación del regreso de un duelo con historia. El Levante y el Barcelona habían difuminado sus caminos desde el descenso a Segunda granota a la conclusión del ejercicio 1964-1965. Además, los precedentes en el formato de Copa del Rey se remontaban a los primeros años cuarenta con una eliminatoria resuelta del bando culé. En la memoria levantinista perduraba una eliminatoria legendaria en el curso 1934-1935 que significó la despedida culé de la Copa. Podría advertirse que eran dos rivales refractarios sobre el terreno de juego. No obstante, la proyección granota en la competición liguera en Segunda auguraba una confrontación entre ambos adversarios en la temporada siguiente en el universo de la Primera División. Quizás no era el Barcelona más distinguido de su historia, pero su brillo aquilató la cita en clave azulgrana.
Cae en el Ciutat el Mallorca, vigente campeón
El Levante llegó a esta eliminatoria después de eliminar al Mallorca a partido único en el Ciutat con Aganzo como protagonista mayúsculo. Aquella sobresaliente victoria ante el vigente campeón de la Copa del Rey repercutió sobre la moral de los soldados dirigidos por Manuel Preciado. El técnico cántabro utilizó el formato copero como un escenario para reivindicar a aquellos jugadores con menos oportunidad en los enfrentamientos del campeonato de la regularidad. Fue la fórmula escogida ante la escuadra insular y en el partido anterior ante el Terrassa, y el resplandor del Barcelona no varió esta proposición. El paso del Levante por la Copa enriquecía el concepto de grupo del plantel del ejercicio 2003-2004.
Una eliminatoria a ida y vuelta
El cartel de un sueño: La gran batalla copera del Levante ante el Barcelona en 2004 germinó vinculado a la ronda de octavos de final. En esta fase del torneo, los parámetros variaban en comparación con los duelos anteriores. La eliminatoria a partido único en la casa del rival de inferior categoría trocaba en la clásica eliminatoria a doble confrontación. El cambio era significativo y de dimensiones colosales porque desterraba la sorpresa del torneo. Todavía resonaba la eliminación del Barça ante el Novelda en tierras alicantinas en la edición anterior. El Ciutat inauguró el ciclo de partidos, como era común en la eliminatoria cuando nacía en el estadio del rival de menor jerarquía.
Rivera puso en franquicia la eliminatoria desde el punto de penalti
El Ciutat recuperó la efervescencia de las jornadas más laureadas para dar la bienvenida al equipo de Rijkaard. Pese a las latitudes que distanciaban a cada adversario, el Levante mostró sus argumentos para eclipsar al Barcelona y engancharse a la eliminatoria. El grupo viajó a la Ciudad Condal acorazado con ventaja conseguida tras la diana de Rivera desde el punto de penalti. Y el marcador podría haber aumentado en clave levantinista si Ettien hubiera superado a Valdés en la última acción de la confrontación. La cuestión no era secundaria ante el valor doble de los goles en campo contrario.
Dos semanas más tarde, el duelo se reeditó en el Camp Nou. El Levante se batió el cobre con virulencia y valentía en territorio hostil. Por norma, los equipos de Preciado desconocían el sentido del miedo. De hecho, el duelo en tierras catalanas concluyó con el Barcelona acogotado sobre su perímetro defensivo protegiendo un marcador de 3-1. Un gol granota en los minutos finales hubiera cambiado de raíz el signo de aquella eliminatoria tan épica como recordada.
Aunque la clasificación fue esquiva, el Levante demostró argumentos y capacidades paa competir contra los trasatlánticos del fútbol desde un peldaño inferior. Aquella temporada estuvo marcada por la turbación de un deseado ascenso a Primera finalmente consumado. En esa fase de la cronología del curso quedaban muchas emociones por desprecintar. El cartel que recuperamos quizás sea más que un mero anuncio de un partido. Es el testigo de la historia de un Levante que se resistía a vivir en la penumbra del balompié nacional en el arranque del tercer milenio.