Once del Levante F.C. de la temporada 1927-28 que conquista el Campeonato Regional.

La institucionalización del fútbol se produjo durante la década de los años veinte y treinta. Se trata de un fenómeno general coincidente en el ámbito del balompié nacional. El Levante F.C. y el Gimnástico F.C. protagonizan en primera persona esta consolidación. En ese período obtienen los primeros triunfos en el interior del terreno de juego y vigorizan sus estructuras.

Entrada del Gimnástico.

El Levante, junto al Gimnástico, tuvo la capacidad de perdurar en una secuencia muy complicada para la evolución de las entidades contemporáneas relacionadas al primer fútbol que se desarrolló en la ciudad. La mayoría desaparecieron, sin apenas dejar huellas ni impronta de su paso. No fue el caso del Levante ni del Gimnástico, quienes en la década de los años veinte robustecieron sus estructuras internas detentando la condición de principales representantes del futbol que se disputaba a la sombra del Miguelete junto al Valencia. La inauguración del Campo de La Cruz en septiembre de 1922, el estreno del Stadium Valenciano o Vallejo en 1925 fueron hitos destacados que acentuaron el peso y la fortaleza del Levante y del Gimnástico en la sociedad valenciana.

Noticia del Diario de Valencia de enero de 1924.

El Gimnástico festejó en la temporada 1923-1924 su tercer título del Campeonato Regional. En los albores de la década inauguró su palmarés deportivo con dos entorchados que dimensionaron su ascendente. La lucha contra el Valencia en el interior del terreno de juego por la supremacía del fútbol en la ciudad fue despiadada. Esa batalla se trasladó en ocasiones a los despachos. La condición de campeón del ejercicio 1923-1924, conquistada en el campo, no estuvo exento de contrariedades.

En el verano de 1924 el trasvase de Enrique Molina desde el Gimnástico al Valencia generó una agria polémica. Era una de las figuras más destacadas de la escuadra gimnastiquista. Los efectos del profesionalismo eran manifiestos para una entidad que defendía unos ideales que se alejaban de las directrices que marcaban la evolución del fútbol: El Gimnástico defendía una concepción más amateur de la disciplina. En pleno debate sobre el nacimiento de la Liga se inclinó por la supremacía de los Campeonatos Regionales. Es obvió que el fútbol se distanciaba de estos planteamientos.

Noticia del Diario El Pueblo de 24 de enero de 1928.

El Levante inauguró la secuencia de triunfos en la segunda mitad de los años veinte. En enero de 1928 sometió al Valencia en el Campo de La Cruz en un duelo envuelto con la etiqueta de final (2-1). La escuadra marina volteó el marcador en una tarde repleta de simbolismo. El Levante alzó la copa al cielo en señal de triunfo y logró inmiscuirse en el debate futbolístico tradicionalmente capitalizado por el Valencia y el Gimnástico. Esa rivalidad se extendió con la llegada del club que lideraba desde el verde Juan Puig. No fue fácil ese encumbramiento. Los primeros años veinte estuvieron caracterizados por las sombras. En esa etapa de complejidad surgió la estela de Los Invencibles para agitar el orgullo de una institución deprimida ante la ausencia de éxitos de su equipo más representativo.

Viñeta sobre la victoria al Barcelona en la Copa de España.

La década de los años treinta significó la consolidación de la competición liguera a modo de campeonato regular disputado a doble confrontación gestado en la temporada 1928-1929. El Levante y el Gimnástico engrosaron la Tercera División en el arranque de la tercera década del siglo XX. El Gimnástico sufriría disidencias entre sus militantes.

Parte de la cúpula rectoral emprendió una nueva aventura con el nacimiento del C.D. Peña Azulgrana. Ambas entidades se beneficiaron de la reestructuración de la categoría para convertirse en inquilinos de la Segunda División en el curso 1934-1935. Ese ejercicio serviría de frontera para un Levante que subrayaría su nombre en rojo para adueñarse del Campeonato Superregional que nació con una eliminatoria fratricida entre el club de los Poblados Marítimos y el Gimnástico.

La temporada fue vertiginosa. El Levante redujo al Valencia y al Barcelona en la Copa de España para alcanzar la semifinal ante el Sabadell. La Guerra desgarró  el ascendente de un colectivo que fantaseó con cotas inimaginables. No obstante, en julio de 1937 en plena Guerra Civil conquistó la Copa España Libre tras vencer en la confrontación suprema al Valencia en el Estadio de Sarrià en Barcelona.