Juanito Puig, Koné, Calpe, Morales, Ballesteros, Domínguez, Juanfran, Dolz, Ettien, Iborra… ¿Qué tienen en común todos estos jugadores? Pues que probablemente nunca falten en las listas que elaboran los buenos aficionados de Orriols cuando alguien les pregunta quienes han sido los mejores futbolistas levantinistas de todos los tiempos… Aunque claro… En esta pléyade de iconos azulgranas todo el mundo se habrá dado cuenta de que falta alguien, de que nos hemos dejado en el tintero una leyenda, un imprescindible en el Olimpo de los dioses granotes: Vicente Latorre Bolea. Es decir, Latorre. O simplemente Lato. Nada más. Y nada menos.
Vicente o Vicent (porque Latorre es un valenciano de cap a peus) nació muy cerca de la playa de La Malvarrosa de València, a tiro de piedra de la casa de un insigne tocayo suyo, el genial escritor Vicente Blasco Ibáñez. Siendo niño su familia se trasladó a Tavernes Blanques y desde muy pronto demostró que no sólo le entusiasmaba el fútbol sino que estaba tocado por la varita de los elegidos para triunfar en este deporte. Como no había equipo federado en su pueblo pasó a jugar en los infantiles de la vecina Meliana, siendo él alevín. Y luego todo el bloque pasó a juveniles, siendo él infantil. Después ingresó en el Moncada y, de allí, un ojeador se lo llevó para que jugara en el Valencia infantil. Tras su paso a los juveniles del club che y no encontrarse a gusto en ese nuevo proyecto, el Marítimo de La Malvarrosa se interesó por él y, tras consensuar el tema con el mismo Latorre y su padre, fichó por aquella formación para volver a casa. Lo que en principio no supo es que aquel equipo era filial del Levante UD y que acababa de entrar en el club de su vida.
Un acta para la historia del levantinismo. El debut de Latorre, a los 18 años, con el primer equipo del Levante UD. Fue el 9 de septiembre de 1979 en el estadio Ramón de Carranza de Cádiz
Así que, lógicamente, enseguida pasó a formar parte del Levante juvenil que, por aquel entonces, jugaba en la División de Honor del fútbol español. No tardó en convertirse en la gran referencia del equipo y de aquella época recuerda con cariño grandes partidos jugados en el campo de tierra del fútbol base que tenía el Levante UD en La Malvarrosa. Entre ellos una fantástica goleada infringida al juvenil del Barça que llegó liderado por el mítico delantero Lobo Carrasco. Y aunque su debut con el primer equipo fue en la temporada 1979/80 en un encuentro en Cádiz, fue a partir de la 1980/81 cuando empezó a jugar con regularidad como titular. A eso también le ayudó (pese a la indudable calidad que atesoraba) la norma federativa que, por aquel entonces, obligaba a todos los equipos de la Segunda División a alinear a dos jugadores Sub-20 en el once inicial.
El curso 1980-81 fue el primero en el que Latorre formó parte del equipo titular con asiduidad. De izquierda a derecha y de arriba abajo Manolo (utillero), Agustín, Barrie (portero), Latorre, Lorant, Varó, Sierra, Pousada, Floro Garrido, Campuzano, Eulate y Óscar
Y lo que son las cosas del destino. En su primera campaña en el primer equipo (y con apenas veinte años) iba a compartir vestuario con uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Pero antes de que eso sucediera, y bajo la dirección del técnico Pachín, el Levante UD hizo una primera vuelta espectacular y se convirtió en la gran revelación de la temporada. Tras la victoria frente al Burgos por 2 a 0 en el primer partido de la segunda vuelta los granotes eran líderes en solitario de la categoría. El sueño de volver a Primera División parecía factible y, entonces, el presidente Francisco Aznar decidió sacarse un conejo de la chistera y anunció un refuerzo extraordinario para lograrlo: El fichaje del futbolista holandés Johan Cruyff, uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte. La conmoción en la afición y en la plantilla del club de Orriols fue extraordinaria.
Lato & Cruyff. A la izquierda en un entrenamiento junto al defensa hispano brasileño Gómez. A la derecha en el partido del debut del holandés el 1 de marzo de 1981
A la izquierda el once del primer partido que Cruyff jugó como granota el día que se ganó al Palencia por 1 a 0. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Agustín, José, Barrie (portero), Lavado, Lorant, Latorre, Sierra, Pousada, Peregrín, un niño posando, Cruyff y Campuzano. A la derecha el acta de aquel encuentro
Latorre recuerda que aquello no lo olvidará mientras viva. Y que solo poder compartir con un jugador tan excepcional el día a día de los entrenamientos le tenía impresionado. Como, por supuesto, a los hinchas granotes que acudían en masa a presenciarlos. De hecho, Vicente asegura que en numerosas ocasiones se congregaron en esos entrenamientos más aficionados que en muchos partidos oficiales de las temporadas ligueras de aquella difícil década de los ochenta que él vivió íntegramente. Porque aquella rocambolesca historia de Cruyff terminó resultando un fiasco deportivo y económico (hasta tal punto que la plantilla se tuvo que encerrar como protesta en el vestuario por impagos) que condujo al Levante a deambular durante años por un desierto de categorías secundarias.
Tras acabar el año del holandés en novena posición el curso 1981/82 fue la constatación de la vuelta a la dura realidad del levantinismo. El equipo no funcionó y, tras un breve paso por los banquillos de Vicente Piquer y Antonio Calpe, el entrenador Roberto Gil asumió la dirección técnica desde la séptima jornada al final de aquel nefasto campeonato liguero que concluyó con un doble descenso de categoría. Primero deportivo, tras acabar en la penúltima posición y, segundo económico, por impagos y deudas. En toda esta campaña en la división de plata Latorre no jugó ningún partido por estar haciendo el servicio militar. Así que cuando llegó de vuelta a Orriols en la 1982/83 pasó de jugar contra el Rayo Vallecano a hacerlo contra el Paterna.
Sin embargo, aquel año y, siendo aún tan joven, su liderazgo fue ya incuestionable. Se convirtió en el pichichi destacado del equipo (a pesar de no ser delantero) y enseguida dejó claras sus virtudes: Era un centrocampista interior ofensivo que jugaba por las dos bandas con la misma soltura. Gracias a su portentoso físico y a su elevada envergadura llegaba desde atrás al segundo palo y eso le hacía ver puerta con extremada facilidad. Si a todo esto se añadía su enorme calidad en el manejo del balón y un tiro demoledor desde fuera del área era evidente que Lato estaba predestinado a convertirse en un fuera de serie. Y eso fue lo que pasó. Al final de aquella campaña el Levante se clasificó para jugar el playoff de ascenso a Segunda B, aunque la eliminatoria contra el Ensidesa asturiano resultó fallida. Tras perder 2 a 0 en Avilés el triunfo por 1 a 0 en la vuelta no fue suficiente para culminar la remontada. Aquel gol en esa victoria baldía de Valencia fue obra de Latorre que, a nivel personal, finalizó así una temporada extraordinaria. Y tanto lo fue que, a su conclusión, a punto estuvo de ser fichado por el Murcia para jugar la campaña siguiente en Primera División. Pero, afortunadamente para la historia del club de Orriols, aquello no prosperó.
El 29 de mayo de 1983 el Levante UD vistió una equipación enteramente naranja en el partido de ida de la promoción de ascenso que jugó contra el Ensidesa en Avilés. De izquierda a derecha y de arriba abajo Martínez Puig (portero), Cotino, Segura, Gimeno, José, Toni, Víctor, Latorre, Luis, Domingo y Claudio
A la conclusión del curso 1982/83 y, debido a su excelente temporada, el Murcia (que había ascendido a Primera División tras quedar campeón de Segunda) estuvo a punto de fichar a Latorre pero, finalmente, la operación no fructificó
El Levante se conjuró para no volver a fallar la siguiente temporada y retornar, por fin, a la categoría de bronce. Además, aquel curso era especial al celebrarse el 75 Aniversario del nacimiento de la entidad granota. Si se quería acceder al playoff final había que acabar entre los dos primeros. Y los granotes fueron subcampeones del Grupo VI de la Tercera División tras un espectacular Alzira que terminó ocho puntos por encima del conjunto de Orriols. Aunque la temporada no fue tranquila. En la entidad presidida por Antonio Aragonés la consecución del ascenso era obligatoria y el nerviosismo general precipitó un cambio de entrenador en abril de 1984. Pepe Martínez fue reemplazado por Manolo Tatay y en él se confió para que condujera a los granotes a un ascenso ya imprescindible.
El 18 de marzo de 1984 el Levante consiguió un gran triunfo por 2 a 0 frente al Alzira, a la postre campeón aquella temporada. Latorre celebrando su gol (el otro lo lograría Albiol, aquí a sus espaldas)
Llegó el momento culmen de la temporada y Latorre volvió a ser decisivo cuando todo estaba en juego. La primera eliminatoria del playoff se disputó contra el Fuengirola. En tierras andaluzas el Levante sólo pudo empatar a cero pero en la vuelta en el Ciutat los azulgranas aplastaron a los malagueños por 6 a 1. En aquel apabullante triunfo Vicente fue el principal goleador con un doblete.
Imagen del 0 a 0 logrado en Fuengirola por el Levante UD en la ida de la primera eliminatoria del playoff del ascenso a Segunda B de la temporada 1983-84. En primer término el guardameta granota Martínez Puig en el campo de tierra de la localidad malacitana. Aquel día los de Orriols vistieron de blanquinegros
Y así se alcanzó la ronda definitiva que los granotes debían superar si querían ser nuevo equipo de Segunda B. El rival era el Orense, un equipo muy complicado, cargado de veteranía y que, además, iba a contar con la gran ventaja de jugar el segundo encuentro en casa. En el partido de ida en el Ciutat de València el Levante logró un triunfo por la mínima gracias al único tanto que marcó un jovencísimo Claudio Barragán, que dos años después explotaría a nivel nacional y sería fichado por el Elche para jugar en Primera División. Cinco días después de aquella victoria, el viernes 22 de junio de 1984, los granotes afrontaron la vuelta en tierras gallegas. Y en el día D y a la hora H Vicente Latorre volvió a ser crucial. En un abarrotado estadio O Couto de Orense el de La Malvarrosa fue el autor del gol que permitió al Levante UD empatar a uno aquel partido y ascender a la categoría de bronce del fútbol español.
Once del partido de ida (celebrado en València) de la eliminatoria decisiva contra el Orense. De izquierda a derecha y de arriba abajo el entrenador Manolo Tatay, Cotino, Martínez Puig (portero), Segura, Latorre, Claudio, Gómez, Zapata, Albiol, Domingo, Alonso y Toni
Dos fotos mágicas de aquel ascenso a Segunda B. A la izquierda Latorre abrazando a Óscar tras marcar el gol decisivo en Orense (con Claudio al fondo) y a la derecha en las celebraciones con la afición en las Torres de Serranos de València (en el centro el capitán Toni con la gran levantinista Lola Fos de Boluda)
El Levante disputó en la 1984/85 una más que aceptable temporada en Segunda B y terminó a mitad de tabla, en la undécima posición. Latorre volvió a ser el pichichi del equipo, con 12 dianas, y en la penúltima jornada, en el estadio Carlos Belmonte de Albacete, se convirtió en el protagonista absoluto del choque. Porque pese a que los granotes ya no se jugaban nada, al contrario que los manchegos, que si ganaban sellaban su ascenso de manera matemática, los levantinos se impusieron por 2 a 4. Y Vicente fue el autor de un espectacular hat trick que a punto estuvo de malograr las aspiraciones locales. Aunque finalmente pudieron ascender (subían los dos primeros) pese a empatar a puntos con el tercer y cuarto clasificado.
La temporada 1984/85 sirvió para la consolidación del Levante UD en la categoría de bronce del fútbol español. En la imagen el once que empató a dos contra el Orihuela el 2 de septiembre de 1984 en el Ciutat de València. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Agustín, Latorre, Martínez Puig (portero), Segura, Toni, Claudio, Nando, Zapata, Albiol, Óscar y López Ufarte (Alejandro)
Sin embargo, en la temporada 1985/86 el Levante UD volvió a descender a Tercera División. Pero no por deméritos deportivos sino por una restructuración de la categoría. Los dos grupos de la Segunda B se fusionaron en uno y eso hizo que en aquel curso bajaran los trece últimos clasificados de cada uno de los dos de veinte. Los azulgranas terminaron décimos, a sólo tres puntos del Granada, que fue el último que se salvó quedando en séptima posición. Ese año Latorre asumió definitivamente el brazalete de capitán (que ya había lucido en algún partido de la campaña anterior) y que ya no abandonaría hasta el final de su trayectoria como granota.
En el curso1985/86 el Levante, pese a ser décimo, bajó a Tercera por una restructuración de la Segunda B. En las dos imágenes Latorre chutando a la meta rival y festejando un tanto en el Ciutat
La temporada 1986/87 de Vicente Latorre fue extraordinaria. Fue, con diferencia, su mejor campaña goleadora vistiendo la camiseta azulgrana. Con un promedio anotador absolutamente asombroso. En 28 partidos jugados hizo 24 goles, a casi un tanto por encuentro. Y ya no sólo se limitaba a hacer dobletes o algún hat trick sino que incluso llegó a marcar cuatro en un partido inolvidable contra el Algemesí.
En el curso 1986/87 Latorre alcanzó su cenit como goleador granota con 24 tantos. En diciembre de 1986 logró un doblete en el triunfo por 3 a 0 frente al Alicante. En las imágenes celebrando (en la portería del Gol de Orriols) uno de sus dos tantos aquel día
En la 1986/87 hubo un equipo que sufrió más que nadie el furor goleador de Latorre. Hasta seis goles encajó el Algemesí aquella campaña del crack granota. En el triunfo por 0 a 3 en la localidad de la Ribera Alta el de La Malvarrosa logró dos (en la imagen de arriba marcando y celebrando uno) y en la vuelta en el Ciutat hizo un póker anotando los cuatro tantos de la victoria aquel día (abajo)
Y al finalizar aquel curso superlativo de Latorre el Levante, además, regresó a Segunda B. Una nueva restructuración de la división benefició (por fin) a los granotes. Los cinco primeros clasificados ascendieron automáticamente a la categoría de bronce del fútbol español que pasó a tener 80 equipos divididos en cuatro subgrupos regionales. Los de Orriols, que habían quedado segundos de la mano del entrenador Alfonso Nebot, se integraron en el Grupo IV de Segunda B. Y lo hicieron junto al campeón de Tercera, el Olímpic de Xàtiva, más el Villarreal, el Benidorm y el Mestalla.
En la temporada 1987/88 (los azulgranas quedaron encuadrados en el grupo valenciano/andaluz) el Levante concluyó en sexta posición y fue el Alzira quien ascendió (sólo lo lograba el primero) a Segunda División. Latorre volvió a ser el pichichi, anotando 18 goles en otra campaña fantástica, pero era evidente que los de Orriols tenían como objetivo imprescindible subir a la división de plata al año siguiente. De ello dependía la supervivencia de la entidad.
Aunque aquello no iba a ser fácil. Sólo el campeón tenía premio y aquel curso 1988/89, en ese grupo IV de la Segunda B, habían clubs tan poderosos como el Villarreal, el Hércules, el Alcoyano, el Albacete o el Granada. Pero, sorprendentemente, fue el Ceuta quien se convirtió en la gran revelación y con quien más tuvieron que pelear los de Orriols para lograr el ansiado ascenso.
Ese mano a mano con el conjunto norteafricano se saldó con un empate a cero en la localidad ceutí y con una espectacular victoria granota por 5 a 4 en el Ciutat de València. Aquel día Vicente Latorre se reivindicó de manera magistral haciendo un doblete y logrando, además, su gol número 100 como levantinista. Y otro dato que aún le da más mérito a aquella goleada mítica que encarriló el ascenso a Segunda División. Manolo, el portero del club de la ciudad autónoma, no había encajado más de dos goles en ningún partido aquella temporada y ese día tuvo que recoger el balón del interior de sus redes en cinco ocasiones.
El 12 de febrero de 1989 el Levante venció al Ceuta por 5 a 4 (con dos goles de Latorre) y encarriló su ascenso a Segunda División
Tras aquella victoria decisiva el Levante se convirtió en el principal candidato para subir de categoría y lideró con autoridad la competición hasta lograrlo. De hecho, las huestes azulgranas dirigidas por el técnico leonés Roberto Álvarez, consiguieron el ascenso a falta de cuatro jornadas para la conclusión del campeonato. El cuadro granota visitaba a un desahuciado Nules y el triunfo les daba la gloria. El equipo no podía fallar y venció de manera incontestable por 0 a 3. Y, cómo no, Latorre volvió a marcar en un día histórico para el levantinismo, acompañando a su compañero Corbalán, que aquella jornada hizo un doblete.
El 4 de junio de 1989 el Levante UD ascendió a Segunda tras derrotar al Nules por 0 a 3, con dos goles de Corbalán y otro de Latorre. En la imagen el once de aquel día. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Museros (portero), Abad, Aragó, Susaeta, Martín, Latorre, Patri, Corbalán, Verde, Ballester y Blesa
La temporada 1989/90 fue la última en Orriols del gran capitán granota. Y tras once campañas cerró el círculo de manera perfecta, terminando su recorrido en la misma categoría que la empezó: La Segunda División del fútbol español. El equipo concluyó en decimoquinta posición a las órdenes de Pepe Martínez, un viejo conocido de la casa que relevó al entrenador Roberto Álvarez en el último cuarto de la competición. Y el punto final (de aquel niño que nació en La Malvarrosa y se convirtió en leyenda del levantinismo) lo puso Latorre con dos estadísticas demoledoras todavía vigentes. Es el máximo goleador histórico del club decano de la Comunidad Valenciana con 113 tantos. Y es el tercer jugador (tras Dolz y Ettien) con más partidos disputados jamás con la elástica levantina desde la fusión Levante FC-Gimnástico en 1939.
Vicente Latorre nunca jugó con el Levante UD en Primera División, nunca pudo jugar con su equipo del alma en la elite del balompié hispano. Pero eso jamás le restará un ápice de trascendencia al maravilloso legado que para siempre ha dejado en Orriols. Porque si este centrocampista extraordinario no hubiera sido el ancla y el baluarte del Levante en aquellos durísimos años del cemento de la década de los ochenta, cuando la masa social apenas llegaba a los tres mil o cuatro mil socios, quien sabe lo que hubiera sido de este club que hasta bien entrado el siglo XXI no alcanzó la mejor etapa de su historia.
Al terminar su periplo granota Latorre recibió una carta del entonces presidente Ramón Victoria en la que, en nombre de todo el levantinismo, le agradecía de corazón su memorable trayectoria y le hacía saber que el club quería entregarle la insignia de oro y brillantes y dedicarle también un partido de homenaje. Finalmente aquello, por circunstancias diversas, no pudo llevarse a cabo. Sería precioso que, algún día, esa promesa se hiciera realidad.
Vicente Latorre ha sido, sin duda, uno de los mejores futbolistas del Levante UD de todos los tiempos