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El ejercicio 1968-1969 no fue una temporada más en el ámbito deportivo para el Levante UD como institución. Tampoco el curso 1968-1969 fue una campaña más en el expediente personalizado de José Martín de la Plaza Priego
Es evidente que regresamos en el tiempo a las jornadas finales de la década de los años sesenta del pasado siglo. Y parece también una evidencia que hay que resolver el silogismo planteado en las líneas anteriores para entender qué diantres aconteció en la temporada 1968-1969 con el Levante como entidad y con Martín, en calidad de futbolista, como principales protagonistas. En realidad, las dos variables tienen a entrecruzarse.
Aquel Levante, que se reencontraba con el averno de la Tercera División, buscaba acomodo en el exilio de Mestalla. Fuerza mayor ante los acontecimientos cernidos. A poco más de un kilómetro del coliseo blanco, en las afueras del barrio de Orriols, la fortaleza del actual Ciutat de Valencia iba adquiriendo las trazas que le definirían hasta prácticamente el tiempo presente. Vallejo ya formaba parte de la memoria. Aquel curso el Levante competiría en Mestalla. Parecía singular festejar las victorias en la casa del rival de la ciudad. En el marco de ese destierro, autorizado gentilmente por la junta directiva del Valencia, explotó Martín con la casaca granota ceñida a su cuerpo. Esta última afirmación no es gratuita.
Martín, un caso de regularidad en el curso 1968-1969
La estadística sirve de andamiaje para ratificar el calibre de esta detonación. Martín se ajustó la camiseta con las barras azul y grana en 34 ocasiones en el global de la competición liguera. Fue el segundo jugador de campo con más apariciones sobre el rectángulo de juego. De hecho, solo Jenaro con 38 partidos y el arquero Mut, con 35 confrontaciones, superaron sus registros. El defensor trufó estos guarismos con la adquisición en propiedad de tres dianas. Es una certeza que aquella temporada fue una especie de Big Bang en el currículum de Martín como futbolista profesional. Hubo un antes y un después. Aquello fue un cruce de caminos. Y el carnet del defensa acreditando su condición de jugador adscrito a la primera plantilla del Levante UD del curso 1968-1969 permite fundamentar y recrear esta historia.
Convocado por la Selección Ideal de Tercera
La entidad no consiguió el desafío que implicaba el retorno inmediato a la categoría de Plata a la conclusión de aquella campaña. Aquel Levante mostró un comportamiento menguante al paso de las jornadas, pero el defensor, nacido en Valencia en 1944, brilló en un ecosistema deportivo caracterizado por la complejidad y la austeridad técnica. Y quizás no haya mejor indicativo de ese fulgor que su inclusión en la Selección Ideal de la Tercera División a la finalización del ejercicio. El ideólogo de aquella iniciativa fue Diario Deportes. La finalidad era coronar y reconocer a aquellos futbolistas más laureados del tercer peldaño del balompié valenciano. Esa reunión concitaba la atención de los aficionados locales. No obstante, la relación entre la nave nodriza del Levante y Martín era más profunda y remontaba al nacimiento de la campaña 1966-1967 en el universo de la Segunda División.
El estreno ante el Cádiz en Segunda División
La escuadra blaugrana se presentó en Vallejo ante el Cádiz (1-0) con Martín acorazando la retaguardia. Sin embargo, su estela se perdió para regresar en las jornadas finales. Despuntaba septiembre de 1966 cuando debutó y reapareció en abril de 1967, pero no había misterios que descifrar en torno a esa desaparición/aparición tan repentina. El servicio militar alejó a Martín del primer equipo. Morera perdió a un futbolista que había promocionado desde el Atlético Levante. Eran tiempos de carestía económica y el rastro del equipo que había desafiado a adversarios de mayor tronío en Primera División (1963-1964 y 1964-1965) se difuminaba. Morera registró la cantera en busca de activos. Aquel curso disputó tres partidos. Y el siguiente, mientras concluía sus inexcusables deberes para con la patria, retornó a la disciplina del filial para proyectarse con contundencia en la temporada 1968-1969.
Fue un año repleto de efervescencia desde un prisma más personal. Con Navarro a los mandos de la dirección técnica se asentó en el Levante. El defensor prácticamente nunca se descabalgó de las alineaciones. Era un defensor huracanado que no rehuía aventuras de más envergadura traspasando esa frontera que debía proteger en busca de la portería contraria. Martín entendía el fútbol desde una concepción más globalizadora. Su misión más urgente era defender, pero esa condición no le impedía convertirse en un atacante más si la coyuntura demandaba ese tipo de respuestas.
Martín definía sus singularidades en una entrevista a Deportes en la epifanía del curso 1969-1970. “Me parece que están más cerca de la técnica que de la furia. Colocación creo que no me falta porque es algo que considero imprescindible y que, por lo tanto, me preocupa. Por eso mi situación en el campo suele ser buena”. Sus reflexiones desprenden que quizás interpretara el fútbol más desde la mente que desde la raza o la garra. En cualquier caso, si algo predominaba en las prestaciones de Martín era su polivalencia. Era un futbolista poliédrico desde su puesto como lateral derecho. “Bueno es una posición en el campo que me parece que va con mis características”, confirmó a Diario Deportes en otra interviú para ratificar su versatilidad cuestionado por su capacidad para buscar refugio en otros espacios del campo. “Defensa, medio, interior y delantero centro. Solo de portero no he jugado en competición oficial”. El ‘comodín’ del Levante lo presentaba Deportes.
La búsqueda de nuevos horizontes en Primera
La temporada 1969-1970 marcó el relato final de su estancia en las filas del Levante. Jugó 32 partidos y anotó dos goles. Atrás quedaba toda una vida asociada al firmamento del Levante desde que Manzano, por entonces presidente del Levante Juvenil, lo descubriera en el Hispania junto a Pons y Artigues para alistarlos a la causa granota. Y desde el Juvenil fue superando obstáculos y ascendiendo peldaños hasta arribar al primer equipo previa estancia en un Atlético Levante de leyenda que logró el ascenso desde Primera Regional a Tercera en el curso 1963-1964. Sabadell y Mallorca serían sus siguientes destinos profesionales.