A las cinco y media (hora local, dos y media en España) del día miércoles 13 de marzo de 2013 los jugadores del Levante recorrían el amplio espacio que separaba el vestuario del verde del Estadio Luzhniki de Moscú. Aquel día el grupo entró en contacto con la instalación sobre la que se disputaría el partido de vuelta de los octavos de Final de la Liga Europea ante Rubin Kazan. Aquel día los futbolistas iban ataviados con ropa de abrigo. Los guantes, mallas polares y gorros, con el fin de soportar las gélidas temperaturas, adquirieron protagonismo. El colectivo desarrolló el entrenamiento anterior al partido que marcaría el rumbo hacia los cuartos de Final de la segunda competición europea.
El Levante buscaba entrar en la historia de la Liga Europea en uno de los complejos deportivos más distinguidos de Rusia. El Estadio Luzhniki de Moscú vio la luz en la franja intermedia de la década de los años cincuenta. Se alzó en uno de los momentos más álgidos y conflictivos de la Guerra Fría. Por entonces respondía al nombre de Estadio Central Lennin. El Estadio Luzhniki, denominación alcanzada a mediados de los noventa, acogió la Olimpiada de 1980 caracterizada por el boicot de Estados Unidos. La sede de los clubes Spartak de Moscú y Torpedo de Moscú ha acogido finales como la materializada por el Chelsea y el Manchester United en 2008 en el marco de la Champions League.
El frío polar podía condicionar el del partido
Los jugadores azulgranas saltaron al Estadio Luzhniki con la intención de aclimatarse con la mayor celeridad posible al césped artificial. Esta superficie y el frío, las previsiones climatológicas advertía que podía nevar a la hora del encuentro, se convirtieron en sendos condicionantes que los jugadores granotas trataron de resolver. Juan Ignacio contó, en la sesión inmediata al duelo ante Rubin Kazan, con la totalidad de los jugadores. Habría que recordar que los veintiún jugadores de la nómina azulgrana del ejercicio 2012-2013 más Sergio Garabato, arquero del filial, se desplazaron hasta la capital moscovita. El preparador desarrolló un suave entrenamiento que se alargó por espacio de una hora.
El climatólogo advertía que la temperatura podría estar por debajo de los cero grados cuando los pupilos de Juan Ignacio ingresasen en el Estadio Luzhniki al son de los acordes iniciales del himno de la Liga Europea. Era una evidencia que el frío establece un punto de partida en la evolución de la confrontación. No obstante, los jugadores azulgranas afrontaban el desafío minimizando este contingente.
Los jugadores minimizan el frío
Barkero lo advirtió todavía en las catacumbas del Ciutat. “Yo he jugado a doce grados bajo cero con el Numancia y aquí estoy”. La hoja de ruta del mediapunta incluía una experiencia de tres temporadas en Soria, quizás uno de los puntos de la Península Ibérica más gélidos. “Es posible que los compañeros del banquillo pasen frío, pero en el interior del campo, cuando empieza el partido y estás caliente, te olvidas del frío y no lo sientes tanto”.
Convincente se mostró Pape Diop cuando fue cuestionado por este contingente en la rueda de prensa previa al choque ante Rubin. “Vengo de Francia y conozco el frío, aunque es posible que aquí haga más frío”. A su juicio, no parecía un aspecto totalmente insuperable. El componente emocional que trasmitía la cita relativizaba esta contrariedad. “Teniendo el partido que tenemos nadie se va a parar a pensar en el frío”.
Keylor Navas tampoco era ajeno al hecho de afrontar partidos oficiales con el termómetro en negativo. Su paso por Albacete establecía esta perceptible conexión. El arquero estaba acostumbrado a entrenar y a competir con el extremo frío albaceteño recorriendo su cuerpo. “No es un impedimento para jugar”, acentuó. En todo caso, y por mor de la ocupación que defendía y las características de los porteros, en ocasiones, con una incidencia menor sobre el juego colectivo destacó que era necesario mantener el calor corporal. “Trato de hacer ejercicios cuando no estoy en contacto con el cuero para no enfriarme y estar prevenido para actuar cuando la ocasión lo requiere”.
No son los únicos ejemplos. David Navarro, un especialista en la Europa League, una competición que ganó con la camiseta del Valencia, emigró a Suiza para enrolarse en las filas del Neuchatel. “Allí los partidos se jugaban a las tres para evitar las horas de más frío”, aclara. Y advierte que puede ser un hecho secundario para incluir otros agentes atmosféricos con una incidencia mayor. “El frío lo soportas. Te puedes preparar para paliarlo. El problema viene si va acompañado de viento. Entonces todo cambia y la dificultad es mucho mayor porque la sensación térmica aumenta”.
No muy lejos del centro de la zaga que ocupaba el central del Puerto de Sagunto aparecía la efigie de Pedro López. A orillas del Pisuerga y en el Estadio Nuevo Zorrilla se estableció una conexión entre el lateral y la realidad que enmarcaba la confrontación ante Rubin. “En Valladolid también hace mucho frío, pero tenemos que pensar que podemos hacer historia y ser fuertes para alcanzar los cuartos de final”.