Del gol de Salva Ballesta ante el Real Madrid a las dianas conseguidas por Latorre y Campuzano a finales de febrero de 1981 ante el Castilla. En el relato presentado es posible rastrear el pase a los octavos de Final de la Copa del Generalísimo del ejercicio triunfal 1962-1963. Los tres hechos tuvieron como epicentro en el Estadio Santiago Bernabéu. El Levante sabe lo que significa salir indemne de uno de los escenarios más laureados del fútbol internacional. Tres victorias de color azulgrana en el Santiago Bernabéu y no siempre ante el Real Madrid.

Salva anestesia al Madrid en el partido mil del Santiago Bernabéu en Liga

Aquella tarde de inicio todo estuvo marcado por una celeridad que podría catalogarse de extrema. Apenas diez minutos bastaron para que el Levante obligara al Real Madrid a volver al centro del campo para poner de nuevo el balón en juego. En ese momento el equipo madridista marchaba en desventaja en el marcador. La acción del gol azulgrana fue un ejemplo de aceleración y de presteza. Kapo recibió el esférico en el interior del área de Casillas. El atacante encontró una grieta para alojar el esférico en la bota de Tomassi. Diarra se cruzó con la furia de una manada de búfalos por el camino del antaño sindicalista del fútbol italiano y hoy alcalde de Verona.

El penalti lo ejecutó Salva Ballesta con aparente frialdad. El ariete, recién llegado a la sociedad de Orriols en el mercado invernal, se enfrentó al reto con un aire casi funcionarial en sus movimientos. Estaba a acostumbrado a ese tipo de situaciones y de responsabilidades. Escogió el palo derecho de la meta de Iker para hacer saltar la banca en una jornada festiva que sancionaba el partido número mil en competición liguera del Estadio Santiago Bernabéu.

Pero el que se puso a mil pulsaciones aquel gélido cinco de febrero de 2007 fue un Levante que supo resguardarse del frío y de las furibundas acometidas del Madrid durante los ochenta minutos que restaban. Fue uno de los grandes triunfos de la historia del levantinismo puesto que rompía con un anatema que se repetía cada vez que el Levante y el Real Madrid se enfrentaban en compromiso oficial. Después habría más victorias en el marco de la Primera División.

Un puesto en los octavos de Final de la Copa del Generalísimo

La primavera de 1963 fue pródiga en enfrentamientos entre el Levante y el Deportivo de La Coruña. A la promoción de ascenso a Primera División le antecedió una eliminatoria de dieciseisavos de Final de la Copa del Generalísimo. La igualdad en las confrontaciones coperas materializadas en Riazor (0-0) y Vallejo (1-1) propició la disputa de un tercer partido de desempates a cara o cruz. Esa especie de final tuvo como escenario el césped del Estadio Santiago Bernabéu en la tarde del martes siete de mayo de 1963.

Tercer programa del serial y desplazamiento del colectivo granota hasta la capital de España en busca de la ronda de octavos de final con el poderoso Real Madrid como enemigo. Fue un encuentro nocturno, una circunstancia que no era habitual para las mesnadas levantinistas. Tres victorias de color azulgrana en el Santiago Bernabéu y no siempre ante el Madrid

Lelé, entrenador deportivista, con pasado inmediato en la entidad granota, no especuló con la alineación incluyendo a jugadores capitales. La victoria de la escuadra que preparaba Quique fue diáfana. Torrents, Domínguez y Camarasa anotaron los goles del equipo granota. Larraz rubricó la diana gallega. Ese ciclo de partidos podía tener traslado al firmamento de la promoción al menos desde un prisma emocional.

“El Coruña fue superado en todos los órdenes por su próximo rival en la promoción”, advirtió la crónica del diario Marca. “De punta a cabo durante los noventa minutos que cronometró el señor Carbelo, el Levante fue superior a su adversario, el Coruña, equipo desdibujado, con hombres fallándole en todas las líneas, sin profundidad, tristón”, ratificó el medio deportivo.

Campuzano y Latorre resucitan al Levante ante el Castilla

Campuzano y Latorre resucitaron a un Levante de mirada pálida que había extraviado la fórmula del triunfo desde que venciera al Burgos en el Nou Estadio en un encuentro que le llevó directamente hasta el liderato de la categoría de Plata. Fue en las jornadas finales de enero de 1981 y hasta el sábado 22 de febrero en el feudo del Santiago Bernabéu cada partido se convirtió en un viacrucis para un colectivo que iba descendiendo peldaños en el ámbito de la clasificación en Segunda División. Cuatro semanas de inanición que concluyeron con cuatro minutos mágicos protagonizados por Campuzano y Vicente Latorre, dos futbolistas que emergieron desde las profundidades del campo de la Malvarrosa.

Campu sorprendió desde atrás pisando con decisión el área de Miguel, mientras que Latorre aprovechó una acción personal de Pousada. La victoria cerró una semana repleta de contradicciones. El jueves anterior a la cita en tierras madrileñas, los jugadores del Levante decidieron no ejercitarse sobre el verde del Nou Estadi en el entrenamiento matinal en señal de protesta por los impagos y las deudas contraídas.

No obstante, el bloque reconsideró esta postura de fuerzas y participó en el tradicional partidillo vespertino ante el filial. Sin embargo, el protagonismo absoluto por aquellas fechas era para Cruyff y su conversión en futbolista azulgrana que finalmente contó con un final en las fechas postreras de febrero. Tres victorias de color azulgrana en el Santiago Bernabéu y no siempre ante el Madrid